Celebración del Festival Zoque en Coita, Chiapas

Hugo Martínez/Chiapas Digital
Con una gran multitud de participantes de la región, inició uno de los festivales más emblemáticos de Chiapas, El Festival Zoque de Ozococuautla
Desde muy temprano, organizadores, participantes y la audiencia nacional e internacional se situaron en las avenidas principales del poblado Ocozocoautla de Espinoza, o también conocido como Coita, Chiapas, en donde conmemoraron un año más las tradiciones prehispánicas que caracterizan a la población.
El festival consiste en la muestra de los elementos de las tres culturas que forman la identidad de población coiteca: la Zoque, la Cristiana y la Árabe.
Desde hace poco más de 200 años, cada domingo previo el primer miércoles de ceniza es llevado a cabo el desfile de las familias que representan cada pilar de lo que compone su identidad como comunidad prehispánica, de sus orígenes.
El elemento particular del magno evento que congrega cada año a más de 10 mil personas, según los organizadores, es la danza, con figuras representativas como el tigre, caballo o mono los ‘ponsoquis’, como así de denominan, invitan a los presentes a bailar y participar en estas tradiciones.
Lo particular de este evento es que los integrantes de las familias coitecas tienen como tradición el no dormir hasta la noche del martes, fecha en donde termina el carnaval y comienza la cuenta regresiva de los 40 días previos a la Semana Santa.
También se acostumbra la venta de bolsitas de talco y espuma, en donde el público puede comprarlas para realizar una ‘guerra’ de estos productos: una acción divertida para miembros del poblado y para extranjeros en donde las calles terminan pintadas de blanco por ello.
Pedro Ramírez Hernández, miembro de la familia que representó este año a ‘la danza del tigre’ comentó en entrevista que el sentido de esta festividad es continuar con las tradiciones prehispánicas en un sentido antropológico, en donde cada año se busque más la ejemplificación de los bailes como se realizaban hace cientos de años.
Además agregó que los vestuarios, así como los pasos de las danzas han cambiado con los años, con el objetivo de representar de mejor manera lo que sus ancestros eran culturalmente.
En el marco del festival, las familias organizadoras, prestan servicio de comida a todo aquel que desfile durante el evento, en una de las casas donde reciben a decenas de danzantes dela región.
De acuerdo con Ramírez Hernández, esta tradición cuenta con un 80% de representación de como se hacía anteriormente, sin embargo, no deja de ser la el festival más emblemático y peculiar de esa región chiapaneca.